Última oportunidad
Abrí los ojos nuevamente y me encontraba de pie en la nada misma. Supuse que era por la poción así que me senté y esperé. Ahí me quedé, sentado y con la sensación amarga que queda después del llanto.
-De pie.- ordenó una voz masculina.
Busqué con la mirada de donde provenía esa voz pero no vi nada. Me puse de pie y de golpe un elfo se apareció enfrente mío. Su pelo era azul al igual que sus ojos y su piel era blanca. Lo reconocí de viejas historias.
-El mago del hielo…- susurré al final.
-Icewizard, Mago del hielo, tengo muchos nombres en las leyendas humanas.- dijo encogiéndose de hombros
-¿Qué queres de mí?- pregunté sin mas presentaciones.
-Eh… más respeto.- dijo riendo.- Vengo para que termines tu transformación.- agregó mas serio.
-¿Mi transformación? ¿Dónde estoy?- pregunté confundido.
Negó decepcionado con la cabeza.
-Esta es tu mente, esta vacía porque estas inconsciente.- dijo. Con su mano me pidió que le siga.
Caminamos en la nada y en silencio por un rato hasta que él se detuvo. Chasqueó sus dedos y detrás de mí un bosque apareció sujetando mis brazos y piernas con lianas. Delante de mí aparecieron pequeñas esferas con recuerdos conectados por una soga a mi cuerpo.
-Detrás esta el bosque, tu futuro hogar. Enfrente esta tu vida anterior, tus recuerdos humanos. Para ser elfo, vas a tener que superar la prueba de fuego… perder todo tipo de humanidad.- dijo serio.
Lo miré inexpresivo.
-¿Olvidaré todo lo que fui?-
Asintió con la cabeza y yo suspiré.
-Si sigo humano, muchas vidas se perderán. Si soy elfo, dejaré de ser yo.- afirme.
-Sí, tenes que elegir.- dijo el elfo.
Miré mis recuerdos. Suspiré y dejé escapar unas lágrimas.
-Tengo que pensar en los demás.-
Entonces una por una las sogas se cortaban dejando que los recuerdos se fuera volando como si fuese globos inflados con helio. Me permití llorar un poco, sentía como poco a poco mi cuerpo se volvía más liviano.
Finalmente quedó una esfera. Estaba sujetada por una gran soga al centro de mi cuerpo.
-Este no es un recuerdo, es el presente que no ves.- dijo respondiendo a una pregunta que nunca se escuchó.
Podía ver a mi mamá de rodillas al costado de su cama rezando y al mismo tiempo sollozaba.
-Cuida de mi hijo esté donde esté. Por favor, es lo único que me queda.- y luego rompió a llorar sin intentar contenerse.
Mi corazón se partió en dos. No pude seguir viendo esa imagen.
-Es tu última oportunidad, sabrás que elegir.- dijo y luego se desvaneció.
-Perdón mamá, es por el bien de todos que tengo que hacerlo… te quiero muchísimo y siempre te recordaré… te lo prometo, no hay poción ni hechizo que pueda hacer que me olvide…- confesé.
Ella miró hacia donde estaba, como si me hubiese escuchado.
-Nico…- y luego la soga se cortó.
Rompí a llorar y las hojas y ramas me rodearon. Sentí una gran pena en mi pecho y un nudo enorme en mi garganta.
-Mamá…- susurré.
La oscuridad reino un tiempo, hasta que vi una luz que poco a poco se acercaba.